No hay una sola receta, de la misma manera que ningún niño o niña es igual a otro. Afortunadamente, sí hay pautas moldeables a desarrollar en casa, el jardín infantil o el colegio, fórmulas que permiten sentar sólidas bases para que, desde etapas preescolares, leer se convierta en un acto placentero.
¿De qué manera influye en el aprendizaje incorporar actividades de experimentación en la sala de clases? ¿Cuáles son los aspectos que identifican a esta metodología? ¿Por qué es necesario dedicarle tiempo a esta fórmula? Son preguntas que trascienden a la asignatura de ciencias. No se debe olvidar que el ser humano aprende experimentando con su realidad desde que llega a este mundo.
Cuando hablamos de la argumentación se trata de una capacidad muy relevante y hay infinidad de ejemplos que lo demuestran: resolver conflictos y presentar proyectos son solo algunos. Un subtema es la argumentación emergente, aquella que se refiere a la etapa en que esta habilidad se adquiere. Abordar el asunto resulta necesario para fomentar el desarrollo argumentativo, sobre todo, para que niños y niñas sepan solucionar sus problemas y plantear o defender con respeto sus puntos de vista. Esto no solo les beneficia en su vida personal y escolar, también será de gran ayuda en su futura etapa laboral.
Llena de aristas, la felicidad ha sido objeto de muchas interrogantes e investigaciones. Se estima que un importante porcentaje deriva de factores genéticos, pero también de las experiencias que se viven día a día. En este último caso, se puede de aprender a controlar con la voluntad, por lo tanto es factible aprender a ser feliz y a entregar una educación con esa finalidad.
De la casa al jardín infantil y del jardín al colegio. Dos pasos importantes que pueden provocar cambios de comportamiento o dificultades de adaptación en los más pequeños de la casa. Y ¿cómo no? Si habrá ajuste de rutinas diarias y horarios, obligaciones, necesidad de mayor autonomía y de desenvolverse en nuevos espacios, además de contacto con personas que al principio serán desconocidas. No es menor, pero lo principal es comprender a los niños y empatizar con sus sentimientos y pensamientos. Aun en tiempos de pandemia tocará enfrentar estas nuevas situaciones y como familia hay que estar preparados.
Los resultados del último Estudio Nacional de Inglés, entregados en febrero de 2019, pusieron en el tapete una realidad de la que debemos hacernos cargo: bajo manejo de este idioma entre escolares chilenos. Lo anterior se ejemplifica con datos como este: tres de cada diez estudiantes de tercero medio lograron aprendizajes básicos esperados para alumnos de octavo básico.
Esta disciplina entiende al ser humano como un ser en interacción constante con su medio y por eso se centra en la educación de las habilidades adaptativas de la persona y en la habilitación de sus entornos, promoviendo mayor grado de inclusión y participación. Aquello cobra especial sentido en la atención temprana, en la primera infancia, correspondiendo a un tipo de apoyo que pretende garantizar la obtención de niveles máximos de calidad de vida y bienestar de los niños.
No existe un solo modelo educativo ni fórmula perfecta para criar. Cada padre, madre o cuidador va respondiendo en la práctica a las demandas que requieren los menores y a los contextos en los que se encuentran, así como a los modelos aprendidos generación tras generación. Aun así, hay ciertos parámetros que resultan importantes de atender.
La irritabilidad o mal humor, el bajo rendimiento en el colegio o en las actividades de la rutina diaria, así como la poca concentración, son solo algunos de los indicios que hablan de un posible caso de estrés infantil, un mal con alta prevalencia en la actualidad, al igual que la ansiedad. Se hace la diferencia porque no son lo mismo y saber reconocer cada una de estas alteraciones del ánimo es el principio de la solución.
Siendo un tema muy actual cuando se trata de promover el desarrollo saludable en los niños, el trabajo en torno a estas habilidades no debe ignorarse, además, porque entre sus facultades está dirigir, controlar y regular en forma activa los pensamientos y la conducta. Cuando están presentes, repercuten en buen rendimiento escolar y relaciones interpersonales sanas. En definitiva, los especialistas las destacan como necesarias para regular pensamiento, emoción y acción.