Argumentar es la exposición de nuestro punto de vista con el propósito de explicar la postura y/o hacer que otro la comparta. Es una acción presente en la vida diaria, en la multitud de situaciones que surgen en torno a la comunicación; en ella está implícito el diálogo, muchas veces, también el contexto. Otro detalle importante a considerar es que la argumentación no solo se manifiesta a través del lenguaje, aunque, ciertamente, es su forma más robusta, según señala Cristián Santibáñez, quien es sociólogo y coordinador de Centro de Estudios de la Argumentación y el Razonamiento de la Facultad de Psicología, en la Universidad Diego Portales. El especialista agrega que las competencias de argumentación son centrales para efectos de resolver diferencias de opinión, que es justamente para lo que están diseñadas: “Se podría decir, a mayor disponibilidad léxica, mayor disponibilidad retórica para efectos de persuasión”.
Cuando se trata de niños, hay un concepto puntual: argumentación emergente. Santibáñez comenta que esta idea podría ser tomada como sinónimo de la idea de proto-argumentación, lo que hace referencia al estadio en que los niños y niñas —de cero a tres años de edad, aproximadamente— van desarrollando sus capacidades de uso del lenguaje al nivel de habla, utilizando holofrases (unión de varias voces en una sola palabra que alcanza valor comunicativo oracional) o señalamientos —con el cuerpo, por ejemplo— para expresar desacuerdos (particularmente negando para indicar propiedad de juguetes o espacios y turnos).
¿Cuándo se comienza a argumentar?
Algunos antecedentes sugieren que los cuatro años de edad podría ser un punto de inflexión donde surgen las primeras habilidades argumentativas. ¿Es tan así? ¿Cuándo se desarrolla realmente esta capacidad? No se sabe con exactitud a qué edad se adquieren estas competencias, dice Cristián Santibáñez, pero sí está establecido que se trata de una conducta altamente vinculada con que el niño o la niña tenga una experiencia controversial —sin violencia—, a una edad en la que ya cuenten con desarrollo de vocabulario, comprensión narrativa y entendimiento del funcionamiento del diálogo (toma de turnos).
Fernanda Chico, profesora de enseñanza general básica con mención en lenguaje y comunicación, de la Universidad Católica del Maule, comenta que, según su experiencia, de acuerdo a lo que se puede observar en clases, en las actividades extraprogramáticas y en otras instancias, como los recreos, los alumnos presentan habilidades de argumentación desde muy pequeños, ya en 1º básico: "Esto ocurre debido a que para entonces han adquirido un lenguaje que les permite interactuar en este tipo de situaciones. Una de las principales muestras de que efectivamente han desarrollado dichas habilidades, se da en momentos donde tienen plena libertad en su accionar —en el juego y la relación con pares—, porque es ahí donde sus propios conocimientos y experiencias se exponen y son modificadas de acuerdo a las diferencias que se presentan en el entorno, siempre y cuando lo consideren necesario”.
La profesora comenta que estas primeras instancias de argumentación siempre se reflejan más a través del lenguaje oral y surgen cuando hay que afrontar situaciones de conflicto o diferencias entre pares. Esto —explica la educadora— permite momentos de reflexión interesantes, generando un real aprendizaje significativo.
Fernanda Chico añade que, en el entorno escolar, la argumentación es considerada como una de las habilidades más complejas de adquirir debido a que se presenta y moldea a través de los conocimientos adquiridos y las mismas herramientas que el colegio y las asignaturas entregan. Es por esto que, según su experiencia, se comienza a reflejar a través de un discurso escrito con mayor evidencia en el nivel de 6º básico aproximadamente. Al llegar a esa etapa, los alumnos comienzan a interpretar el mundo que los rodea y manifiestan sus puntos de vista, dan a conocer su personalidad en mayor medida y se ‘muestran’ a su entorno.
¿En qué otras situaciones o contextos se desarrolla la argumentación en los niños? Santibáñez destaca los juegos con pares, pero también señala lo importante que resultan los diálogos con adultos, principalmente, padres o personas responsables en los jardines infantiles y colegios, ya que en estos últimos contextos interactivos los niños y niñas se enfrentan a escenarios contrafactuales, vale decir, marcos hipotéticos contrarios, pero verosímiles que la situación puede desencadenar; típicamente se introducen con "pero qué pasaría si…”.
La profesora Chico, comenta que la argumentación también se desarrolla en situaciones donde se expongan puntos de vista gracias al trabajo en equipo, diferencias o malos entendidos, temas de interés de la historia de nuestro país o asuntos de actualidad que están cambiando los paradigmas de nuestra sociedad.
Para fomentar las habilidades argumentativas
Algunos infantes muestran, incluso siendo muy pequeños, un gran dominio de vocabulario. Aunque eso pudiera tomarse como una ventaja, resulta necesario decir que la capacidad de argumentación es una materia al alcance de todos, una competencia que se puede formar, reforzar y mejorar, por ejemplo, a través de actividades o estrategias que son factibles de desarrollar en la sala de clases o en el hogar.
Cristian Santibáñez asegura que la argumentación se fomenta con la práctica de que los conflictos o desaveniencias se resuelven conversando a través de la exposición de razones: contestando adecuadamente el porqué las cosas son como son o tienden a ser de cierto modo. También sugiere enseñar a manejar la frustración al no tener la razón; para eso se puede fomentar la escucha atenta, al aceptar que el argumento del otro es válido cuando comunica fundamentos relevantes y aceptables respecto del tema en disputa. Ciertamente —dice el sociólogo— se requiere una enseñanza holística que involucre actividades de lectura con el niño y la niña; por supuesto, también conversación, tomando seriamente a los menores en los diálogos.
Por su parte, Fernanda Chico señala que hay tres puntos importantes a la hora de fomentar el desarrollo de la argumentación. Primero: comprender que los niños son seres integrales e inteligentes, personas que tienen el potencial para decir lo que piensan, que cuando son pequeños solo les faltan herramientas y modos de cómo expresarse adecuadamente. En segundo lugar, la educadora aconseja utilizar situaciones de la vida cotidiana, mostrar cómo se podría enfrentar la circunstancia o mencionar diferentes alternativas. Finalmente, Fernanda dice que es determinante estar dispuesto a escuchar y valorar las diferencias, considerar como relevantes los puntos de vista y argumentos que nos expongan; siempre ayudar y acompañar en la reflexión. “El diálogo es la mejor herramienta para ayudar a los niños a desarrollar habilidades argumentativas. El ejemplo de cómo hacemos las cosas es nuestro mejor aliado”, concluye la profesora.
Más claves para el desarrollo de la argumentación en los niños y niñas pueden darse a través de una actividad de debate en torno a un tema. Siempre dependerá de la edad o nivel escolar, pero como pauta general se sugieren estos pasos en una tarea de este tipo:
● Saber lo que queremos comunicar: tener clara nuestra postura es el primer paso para una buena argumentación.
● Idear los mensajes: se trata de diseñar por adelantado las oraciones claves que estructuren el discurso argumentativo; esto se hace teniendo siempre en cuenta el objetivo del debate.
● Poner las ideas por escrito o con alguna otra fórmula gráfica: escribir las ideas se describe como fundamental si se quiere transmitir un mensaje, porque ayuda ordenar y priorizar, lográndose un discurso más coherente, sin caer en contradicciones ni olvidos de alguna idea o argumento importante en la exposición.
● Usar datos y ejemplos: aportan base al argumento.
● Ser respetuosos: argumentar no es pelear, por lo tanto, es importante recalcar que un lenguaje amable y claro predispone a que el interlocutor nos escuche.
● Escuchar: poner atención a lo que nuestro ‘oponente’ dice, nunca hay que dejar de mencionar que los procesos de argumentación tienen incorporado el diálogo, con ello, la posibilidad de dar respuesta a las cuestiones planteadas. En un ejercicio de debate es fundamental entender que el objetivo también es comprender la postura del interlocutor.
● Usar lenguaje no verbal adecuado: nuestros gestos, la postura corporal y las expresiones faciales también comunican y resultan fundamentales en un proceso de argumentación. Mostrar comodidad y empatía con el resto ayuda a la comprensión de nuestro mensaje.
Se sugiere poner en práctica todos estos consejos, incluso en el hogar, donde, por ejemplo, se puede aprovechar hasta la sobremesa para debatir y pedir que el niño o niña explicite su punto de vista frente a un tema polémico o que genera desacuerdos.
Asimismo, se pueden ir incorporando paulatinamente estas pautas con el objeto de interiorizarlas y hacerlas vida.