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Inglés: nuestra tarea pendiente

Los resultados del último Estudio Nacional de Inglés, entregados en febrero de 2019, pusieron en el tapete una realidad de la que debemos hacernos cargo: bajo manejo de este idioma entre escolares chilenos. Lo anterior se ejemplifica con datos como este: tres de cada diez estudiantes de tercero medio lograron aprendizajes básicos esperados para alumnos de octavo básico.

El hecho plantea desafíos y soluciones asociadas a distintos factores; en este escenario, son protagonistas los establecimientos, los docentes, los estudiantes y sus padres o apoderados. Para mejorar estos resultados, el Mineduc puso en marcha el Plan Nacional de Inglés “English in english”, que busca mejorar la calidad de la enseñanza del idioma en todas las salas de clases.

El nivel de inglés entre alumnos chilenos no es lo esperado. Según el Estudio Nacional de Inglés, desarrollado en 2017 por la Agencia de Calidad de la Educación, el porcentaje de estudiantes que alcanzó el nivel básico e intermedio fue 32%. Y en una escala de 0 a 100, el puntaje promedio que obtuvieron alumnos de tercero medio fue 51 puntos.

Otros datos del informe indican que 85% de los estudiantes del sector socioeconómico alto alcanzan un nivel básico e intermedio, mientras que en el grupo bajo lo logra un 9%.

Por género, 30% de las mujeres y 33% de los hombres tienen niveles básico e intermedio. Y según geografía, la proporción de estudiantes que se ubica en ese estado en la Región Metropolitana es significativamente mayor que la realidad del resto del país, destacándose que en las regiones de Tarapacá, Maule y Magallanes se supera el promedio general.

Tras hacerse pública la investigación, surgió una inevitable alerta, pues es un consenso que cuando hablamos de inglés lo hacemos del idioma que más se utiliza en el mundo cada vez que necesitamos comunicarnos con personas de otras nacionalidades y que poseen distintas lenguas maternas. Además, su influencia global es indiscutida en todo ámbito, particularmente en la política, economía, la tecnología y la academia; su prestigio como ‘idioma internacional’ es reconocido en todos los continentes del planeta.

Lo ante dicho no ha sido producto del azar, tiene origen histórico dado los avances territoriales y, consecuentemente, políticos y económicos de los pueblos colonizadores. Lo anterior lleva consigo el poder de una cultura que se transmite mediante una lengua, la que finalmente llega a ser la dominante. Este predominio se afianza en las distintas generaciones y con demostraciones culturales tan potentes como lo son la música y el cine. Sin embargo, vale mencionar que la actividad humana que ha coronado al idioma inglés como la lengua de las comunicaciones globales es el desarrollo tecnológico.

¿Un idioma fácil?

Expertos lingüistas señalan que el inglés posee características especiales en su estructura sintáctica y fonológica, algo que le ha permitido llegar al lugar de prestigio que ocupa. Entre estas se mencionan la receptividad, la heterogeneidad, el orden determinado de las palabras en una cláusula, la simplicidad en las inflexiones, el uso de perífrasis y el uso de la entonación.

Según explican los especialistas Carmen Gloria Alfaro, directora de la Escuela Pedagogía en Inglés de Universidad de Las Américas (UDLA); Claudio Hernández, director de la carrera de Pedagogía en Inglés de UDLA; y Marcela Vildoso, coordinadora de prácticas de la carrera en la misma casa de estudios, la receptividad de este idioma hace referencia a la abierta disposición para incorporar en su léxico ‘estándar’ palabras provenientes de lenguas tan diversas como las europeas, africanas y asiáticas.

¿De qué trata la heterogeneidad del inglés? Los expertos explican que apunta a una estructura léxica, gramatical e, incluso, fonética, que se origina, históricamente, desde la mezcla de variadas lenguas. Un claro ejemplo es el influjo del francés con palabras como ballet, chic, reservoir, sabotage; o del alemán con voces como bagel, noodle o fest; y hasta el español, incluyendo vocablos como chocolate y banana. Esto se evidencia en que son cerca de 350 lenguas las que están representadas en el idioma inglés.

Otra característica que simplificaría la adopción del inglés es su estructura gramatical: muestra un orden estrictamente regulado de los principales elementos léxicos. Algunos ejemplos de esto: “Peter teaches english” y no “Peter english teaches”; “the blue car” y no “the car blue”. Este aspecto del idioma permite reconocer –muchas veces, de manera intuitiva– la función de cada palabra dentro de la oración, evitando ambigüedad o una interpretación errónea.

También es necesario considerar las inflexiones del inglés, considerablemente más simples que, por ejemplo, las del español, el alemán o el chino. Se trata de una importante facilidad para quien sea hablante nativo de otros idiomas y un gran argumento al momento de motivar a los alumnos por el aprendizaje del inglés.

En contraste con las inflexiones del español, encontramos en el inglés la perífrasis verbal. Un ejemplo claro es el uso del verbo ‘will’ para referirse a una acción futura: ‘I/you/he/she/it/we/they will travel, …’ En español: ‘yo viajaré, tu viajarás, ella/él viajará, nosotros viajaremos, ellos viajarán’.

¿Qué ocurre con la entonación? Los especialistas la resaltan como parte importante del significado: usándola correctamente, aun cuando se pueda errar en la estructura gramátical o la pronunciación, apoya de forma muy importante el mensaje que se desea expresar.

Desafíos de esta lengua

Así como es importante tener claridad respecto de las características facilitadoras de la expansión y aprendizaje del inglés, vale conocer sus barreras. Se puede comenzar diciendo que el hecho de ser un idioma nutrido de muchas lenguas distintas resulta en inconsistencias y excepciones a la regla que complejizan su enseñanza y aprendizaje. El menor uso de inflexiones tiene su contraparte en las diferentes estructuras que se utilizan en los tiempos verbales para los tipos de futuros y los tipos de pasados, por ejemplo. Asimismo, el contexto o complemento determinará si ‘I am talking’ se trata de un presente o un futuro. La respuesta a la pregunta ¿por qué es correcto “an interesting little book” y no “a little interesting book” ? no es siempre fácil, mucho menos de ‘aprehender’, dice Carmen Gloria Alfaro.

¿Qué ocurre si hablamos de la sintaxis del inglés? Puede ser un gran desafío para profesores y alumnos, así como pueden serlo los aspectos fonológicos del idioma, afirma Alfaro. Algunos detalles para entender:

  • El contexto lo es todo en la enseñanza y aprendizaje de vocabulario y otras partículas: do versus make, tell versus say, cook (un sustantivo) versus cook (un verbo), to versus for, etc.
  • En el lenguaje oral, existe igual posibilidad de que el uso de la entonación nos ayude a transmitir un mensaje o a arruinarlo, ya que una misma cláusula puede sonar como una invitación o una orden, una pregunta o una afirmación.
  • También en esta área del idioma, la acentuación nos confunde: un mismo ítem léxico puede tener funciones distintas dependiendo del acento: import y present son verbos, en tanto import y present son sustantivos.

La dimensión de la lengua escrita, por otro lado, contiene desafíos aún mayores. Carmen Gloria Alfaro señala:

  • La ortografía no guarda relación directa con la pronunciación de las palabras (no se escriben como suenan).
  • La puntuación, cuyo uso no solo se regula desde la gramática del inglés estándar, está determinada por el estilo de escritura que poseen sus hablantes nativos, el que es reflejo de su idiosincrasia.

Fallas en nuestro sistema

Regresando a la problemática del bajo nivel de inglés entre escolares chilenos, la carencia de recursos en algunos de los establecimientos educacionales, ya sea bibliográficos o tecnológicos, entre otros, es una de las falencias que se observan a la hora de buscar razones del porqué los estudiantes chilenos tienen poca preparación en el idioma. Así lo cree Carmen Gloria Alfaro, quien agrega otros factores:

  • Los programas del Ministerio de Educación no están en consonancia con lo que los alumnos dominan de acuerdo a cada nivel, tomando como referencia los establecimientos públicos.
  • La no obligatoriedad de comenzar la enseñanza del idioma en los primeros niveles; la ley actual exige desde 5° Básico, lo que conlleva a una exposición tardía frente al idioma.
  • Cantidad de horas frente a curso, algo que significa una merma en los tiempos del docente destinados a la preparación y diseño de las clases, material y/o planificaciones, eso a pesar de la nueva norma (Ley 20.903), que dispone una regulación al respecto.
  • En algunos casos, los cursos de perfeccionamiento que se ofrecen a los establecimientos no van orientados a cada una de las disciplinas, sino más bien son de tipo general, restando instancias para que los profesores puedan adquirir estrategias innovadoras en el aula.
  • Alta cantidad de alumnos en sala; en general, sobrepasa lo óptimo para el aprendizaje de manera eficaz de una segunda lengua. Así, por ejemplo, hay poco tiempo para trabajar las habilidades de producción de manera personalizada.

Según el informe de la Agencia de Calidad de la Educación, hay diferencia en los resultados dependiendo de la cantidad de horas pedagógicas que se dedican a la enseñanza del inglés, la preparación de los docentes y la realización de las clases en el idioma: casi un tercio de los alumnos dijo tener más de tres horas a la semana de esta asignatura, mismo grupo que obtuvo en promedio 60 puntos, esto es, 11 puntos más que el promedio de los estudiantes con tres o menos horas a la semana, que llegó 49 puntos.

Sala de clases: terreno a explotar

Kristina Cordero tiene como lengua nativa el inglés, es estadounidense y reside en Chile. Sus dos hijas pequeñas nacieron en nuestro país y ya hablan inglés fluido. En su opinión, hay deficiencia en la enseñanza entre los educadores del idioma. “Di una clase en la escuela de verano de la Facultad de Letras sobre cómo enseñar inglés usando literatura –un curso para profesores de inglés– y el nivel era muy bajo, aunque eran personas motivadas a tomar el taller. Creo que es importante distinguir ese punto. ¿Por qué deberían tener conocimiento o ser aptos los niños y niñas si los profesores no tienen las herramientas para enseñar? Sobre todo, considerando que el segundo idioma es súper abstracto para un niño que no está habitualmente expuesto a otra cultura”, comenta.   La percepción de Kristina parece correcta, porque el informe de la Agencia de Calidad de la Educación asegura que solo cerca del 40% de los docentes cuenta con certificación A2 (nivel básico); esto muestra una brecha importante considerando que lo exigido para profesores en ejercicio es nivel B2 (intermedio) y para los profesores en formación, C1 (avanzado). El estudio indica, además, que los estudiantes con profesores con mayor nivel de certificación obtienen mejores resultados.

Además de una adecuada preparación, ¿qué otros problemas, errores u obstáculos se advierten, puntualmente, en la labor de los profesores de este idioma? Según Carmen Alfaro, en algunos casos, los docentes continúan enseñando en español, lo cual no permite que los alumnos tengan contacto con la lengua extranjera. Por otro lado, las horas lectivas, por currículum nacional, son insuficientes para el aprendizaje de un idioma extranjero o no están concentradas en bloques continuos.

Para favorecer la enseñanza, los profesores deben perder el temor a utilizar el inglés con sus alumnos, aunque sea de forma gradual, comenta la experta. Otras de sus sugerencias son prestar atención a los intereses de los estudiantes para organizar las temáticas de clases y preocuparse por trabajar más la fluidez; después ocuparse de la precisión.

El estudio de la Agencia de Calidad de la Educación indica que en el caso de los estudiantes cuyos profesores realizan sus clases hablando inglés obtienen, en promedio, 11 puntos más en la prueba que aquellos alumnos cuyos docentes hablan toda la clase en español: 59 puntos versus 48 puntos.

Por su parte, Celeste Bennet, profesora de Educación Básica con mención en inglés, con estudios en Master King’s College London, destaca tomar en consideración el input del idioma que el niño tenga: “La cantidad de tiempo que escuche el otro idioma hará una gran diferencia en la obtención del lenguaje, tanto para hablarlo como para comprenderlo”.

Como recomendación para profesores y dado que el inglés corresponde a una verdadera herramienta, la educadora agrega la importancia de incluir el idioma de manera transversal en otras materias o en rincones del colegio, la intención es que los niños vean que estará presente siempre y en todas partes, más que solo en un punto enfocado de la semana. También sugiere hacer olvidar al niño que está aprendiendo contenido de memoria; para eso se necesita incluir el juego, música, televisión, cine, novelas, entre otras áreas de interés en las clases. “Los niños se sentirán contentos de probar y no lo verán como algo aburrido”, dice. En la misma línea, agrega que resulta necesario no incluir mucho contenido.

¿Qué hacer cuando los profesores sienten que los niños no entienden? “Lo más efectivo es no cambiarse de idioma. Para mejorar la comprensión se pueden recurrir a elementos visuales, gestos, demostraciones, etc. Al recurrir al español, se desincentiva el aprendizaje, ya que si el niño va a tener la respuesta en su lengua pensará: ¿para qué esforzarse en entender antes?”

Aprender en casa

Una buena actitud entre los padres es apoyar el proceso de enseñanza, considerando que el idioma debe ser impartido a través de su uso. En este sentido cabe cambiar actitudes; a veces, son los mismos apoderados quienes se quejan de que las clases son en inglés, afirma Carmen Gloria Alfaro.

Celeste Bennet, por su parte, sugiere que los niños y niñas tengan relación con el idioma a través de la televisión, películas, canciones y la lectura. Paula Vilaplana, general manager de Mindbuilder Bookstore, empresa con amplia experiencia en diferentes programas para este apoyo, hace hincapié en los incentivos para leer. “Es una de las mejores formas de enseñar inglés, exponer a los niños a más y más libros adecuados a su nivel lector”, afirma.

Estas opiniones concuerdan con el informe de la Agencia de Calidad de la Educación. Entre los resultados, se observa que el grupo de estudiantes que está más expuesto al idioma inglés obtiene hasta 23 puntos más en la prueba: 63 versus 40. ¿De qué forma se vinculan con el idioma? 24% de los estudiantes dice ver películas en inglés casi a diario, 22% revisa páginas web y 8% chatea en este idioma.

Todo lo anterior resulta especialmente útil si hay pocas horas de inglés en el colegio, dice Celeste Bennet. “Si es el caso, la ayuda extra es fundamental para aprender esta y cualquier otra lengua. Por eso, que los alumnos escuchen y lean un audiolibro en inglés, que canten una canción… El definitiva, se trata de recurrir a elementos que impulsen a seguir practicando en casa. No importa que no entiendan todo, los niños absorben el conocimiento muy rápido, y el hecho de estar constantemente oyendo palabras y sonidos nuevos los hace aprender inglés el doble de rápido y de manera permanente. Está comprobado que la pronunciación, por ejemplo, es mejor en chicos y chicas que estuvieron expuestos al inglés de manera constante, aunque los padres no hablen el idioma y no hayan tenido clases formales hasta los siete años”, dice la profesora. Por eso, añade, exponerlos al inglés desde que nacen es el mejor y más fácil favor que se les puede hacer.

Comenzar con el aprendizaje a temprana edad es positivo, concuerda Carmen Gloria Alfaro: “El desarrollo de toda lengua es un tema de práctica y exposición para hacer crecer las distintas habilidades. Sin embargo, es importante considerar que cada etapa del desarrollo cognitivo entrega capacidades distintas, lo cual se traduce en diferentes estrategias a utilizar en los diferentes niveles educativos”.

Todo parece ser un asunto de compromiso y confianza: cómo y cuánto papás y mamás confían en las capacidades de sus hijos. Esto se asocia a buenos resultados académicos en general y, de acuerdo al informe entregado al Mineduc, en el aprendizaje de inglés ocurre lo mismo. El dato que entregó el Estudio Nacional de Inglés es que los estudiantes que sienten el apoyo de sus padres obtienen hasta 24 puntos más que aquellos cuyos progenitores no tienen un buen nivel de confianza en ellos: 64 versus 40 puntos.

Como vemos, el aprendizaje de una segunda lengua desde los primeros años tiene una serie de ventajas en el desarrollo de las competencias orales de los niños, aumenta la motivación y estimula el conocimiento hacia otras culturas.