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Terapia ocupacional: gran ayuda para estimulación infantil

Esta disciplina entiende al ser humano como un ser en interacción constante con su medio y por eso se centra en la educación de las habilidades adaptativas de la persona y en la habilitación de sus entornos, promoviendo mayor grado de inclusión y participación. Aquello cobra especial sentido en la atención temprana, en la primera infancia, correspondiendo a un tipo de apoyo que pretende garantizar la obtención de niveles máximos de calidad de vida y bienestar de los niños.

Cuando las actividades de la vida diaria se usan como tratamiento, hablamos de terapia ocupacional. Se trata de acciones productivas y de ocio que sirven a personas, niños y adultos con alguna limitación ocasionada, ya sea por trauma físico o psíquico, una enfermedad, una disfunción psicosocial, una incapacidad del desarrollo o del aprendizaje, incluso por pobreza y diferencias culturales; también por el proceso de envejecimiento.

Walter Azcona, terapeuta ocupacional de Red Terapéutica Perú, recuerda que durante el desarrollo infantil –puntualmente en los primeros años de vida– ocurre la progresiva adquisición de funciones tan importantes como el control postural, la autonomía en los desplazamientos, la comunicación, el lenguaje verbal y la interacción social, en general. De esta manera, y teniendo en cuenta la importante plasticidad del sistema nervioso en esta etapa, cuando hay un problema, mientras más temprana sea la intervención, el impacto es mayor y las limitantes serán menores a futuro.

De esta forma, gracias a la estimulación temprana, se mejora el potencial individual de cada niño o niña, ya sea en su domicilio, en la escuela o en sus instancias sociales. Cabe precisar que este trabajo contempla desde los cero a seis años y que la terapia ocupacional desarrollada en el período tiene como objetivo, además de maximizar la independencia del afectado en las actividades de la vida diaria (vestuario, alimentación, higiene), prevenir el riesgo de alteraciones del desarrollo y/o minimizar –hasta superar– las ya existentes, según comenta la terapeuta ocupacional Paula Arellano, Magíster en Terapia Ocupacional mención Intervención Psicosocial, de la Universidad Andrés Bello, y diplomada en Neuropsicología Infantil de la Universidad Católica de Chile.

Manuel Bustos, terapeuta ocupacional de Centro CRECE, precisa que entre los principales objetivos está lograr la adquisición de los diversos hitos del desarrollo psicomotor y de los ámbitos afectivos, cognitivos, conductuales, motrices, sensoriales y sociales; se trata, muchas veces, de favorecer la adquisición de habilidades motoras, cognitivas y sociales a través del juego (ocupación significativa) para obtener un desarrollo integral.

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¿Cómo funciona?

Todas las acciones de la terapia ocupacional temprana van dirigidas a disminuir las barreras en la participación, autonomía e inclusión del niño. Parte de la tarea considera evaluar y confeccionar adaptaciones y/o ayudas técnicas, por ejemplo, órtesis y férulas.

La intervención –explica Paula Arellano– depende de las necesidades que presente cada niño. En una primera instancia, existe un proceso de evaluación del comportamiento ocupacional (aspectos y relación entre ambiente, persona y ocupación) en el que se determinan cuál o cuáles son o podrían ser las barreras para el desarrollo adecuado de una actividad, qué factores pueden estar generando alteraciones de la vida diaria. Estas barreras podrían ser propias del ambiente y/o del niño, por ende, se evalúan sus capacidades y dificultades en las distintas áreas de desarrollo, participación en los distintos contextos (familiar, educativo), rutina y nivel de autonomía, entre otros. Así, la terapia va generando acciones que favorecen, potencian y en algunos casos, compensan un desarrollo adecuado en las distintas áreas del niño. También concreta acciones focalizadas en el marco físico, como lo son favorecer mayor accesibilidad; y en el contexto social, realizando educación y asesoría a la familia y al jardín infantil o colegio en torno al manejo frente a determinadas situaciones o adaptaciones, así como ayudas técnicas en el caso que se requieran. “Durante la intervención, se utilizan distintos estímulos (input), buscando que se generen respuestas cada vez más adaptativas a nivel del comportamiento, consiguiendo establecer o reforzar circuitos a nivel neuronal, favoreciendo la adquisición de funciones cerebrales que se encuentran o podrían encontrarse en riesgo por problemas de diversa índole”, agrega la profesional.

Manuel Bustos añade que la terapia ocupacional en el área pediátrica es aplicada muchas veces por medio del juego, que constituye la principal vía de aprendizaje significativo para los niños. Luego de una exhaustiva evaluación, definiendo fortalezas y debilidades en diversas áreas de desarrollo, mediante actividades lúdicas, se intenta estimular aquellas descendidas con el fin de alcanzar los aprendizajes esperados a la edad cronológica, de manera de aumentar los niveles de independencia en los distintos contextos en los cuales el menor se desenvuelve.

La familia y el colegio

La atención temprana debe ser organizada, siempre con carácter global y de forma interdisciplinaria, considerando las capacidades y dificultades del niño o niña en los distintos ámbitos del desarrollo, su historia y su proceso evolutivo, así como las posibilidades y necesidades de los demás miembros de la familia, y el conocimiento y actuación sobre el entorno social.

“En la estimulación temprana es de vital importancia la participación activa de las familias, ya que son ellas quienes deben aprender a guiar el trabajo con el fin de que este sea eficiente”, afirma Manuel Bustos. La intervención siempre se debe dar con la familia –apoya Paula Arellano– porque ese grupo íntimo es una pieza fundamental implicada en todo el proceso: posterior a la evaluación, el diseño del plan de intervención debe ser consensuado con sus integrantes, requiriendo que participen de forma activa.

En este contexto, las tareas contemplan asesorar al grupo familiar, lo mismo que al entorno escolar, puntualmente, sobre el manejo ante determinadas circunstancias y de ayudas técnicas y adaptaciones necesarias. Esta tarea también puede implicar eliminar o minimizar las barreras existentes que dificultan o imposibilitan la autonomía.

El terapeuta ocupacional, muchas veces, acude al domicilio para valorar la necesidad de posibles modificaciones y adaptaciones que permitan un desenvolvimiento competente. Esto porque, como explica Walter Azcona, es necesario favorecer un entorno seguro que, además, sea accesible. La intención es que todo el grupo se maneje correctamente ante determinadas circunstancias.

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Motivación

“El eje central de la terapia ocupacional es la motivación intrínseca, es decir, querer hacer algo. Por ende resulta de vital importancia evaluar los intereses y las principales potencialidades de cada niño”, dice Manuel Bustos. Gracias a estas, se estructuran las diversas actividades lúdicas que permitan la adquisición de los objetivos planteados, entendiendo el aprendizaje como un proceso individual, en donde cada niño posee diferentes formas de aprender, habiendo algunos casos en que se requiere utilizar diversos canales sensoriales a la vez. Y es que no se debe olvidar que cada proceso terapéutico es único e individual. “Lo principal es realizar una evaluación profunda de las distintas áreas del desarrollo de los niños, con el fin de obtener la mayor cantidad de información a la hora de estructurar las sesiones de trabajo y plantear ‘desafíos justos’, motivantes y acordes a su desarrollo. En este sentido se deben manejar factores como la elección de los estímulos a presentar y el tiempo de manipulación de cada elemento”, dice Bustos. En esto también cabe la generación de un ambiente proveedor de estímulos de diverso tipo, como lo son las salas de estimulación, que permiten intervenir positivamente, favoreciendo el desarrollo adecuado. Se trata de espacios con materiales como colchonetas, cuñas, balones, encajes, cuentas y diferentes texturas, entre otros recursos, que proveen de diferentes estímulos -visuales, auditivos, olfativos, táctiles, vestibulares, propioceptivos- y que serán utilizados de acuerdo a la necesidad del niño, explica Paula Arellano.

Complementan y completan la terapia los seguimientos periódicos, que suelen hacerse en el domicilio del niño para observar la evolución y valorar los logros en la autonomía de las actividades de la vida diaria, así como para asesorar a los padres en las modificaciones que fueran necesarias en los hábitos o en el hogar.

Así, conociendo los diferentes alcances de la terapia ocupacional, es posible apreciar que corresponde a una poderosa herramienta para estimular las diversas áreas que constituyen a una persona. La terapeuta Paula Arellano invita a no olvidar que el desarrollo infantil es el resultado de la interacción constante entre factores genéticos y ambientales. Los primeros no se pueden modificar, pero los segundos sí, incluso, es posible que influyan en la expresión genética (procesos epigenéticos). Por lo tanto, las experiencias vividas por el niño pueden resonar a nivel neuronal y genético. Si se suma a esto que la plasticidad cerebral es máxima en los primeros años de desarrollo, no caben dudas de la importancia que tiene realizar atención temprana, mediando las primeras experiencias de exploración e interacción del niño con el ambiente, y facilitando la adquisición de un desarrollo integral donde también se ve evolución en la autoestima, la seguridad personal y el autoconcepto, “herramientas de vital importancia a la hora de enfrentar a los niños con los diferentes requerimientos del medio, ya sea en entorno escolar, el hogar o una plaza de juegos. Esto se genera siempre por medio de la motivación personal y la sensación de logro, generando aprendizajes significativos y permanentes en el tiempo”, concluye Manuel Bustos.