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Niños en movimiento y explorando: otra manera de aprender

Durante las vacaciones generalmente existe la oportunidad de pasar más tiempo al aire libre, junto con realizar actividades que alejan del sedentarismo, ese mismo que aqueja en la actualidad a gran cantidad de niños y jóvenes, muchas veces por mal o excesivo uso de los dispositivos que la tecnología pone a su alcance. Es tiempo, además, de buscar en la naturaleza y el deporte fuentes de aprendizaje: el ejercicio, la acción y el contacto con el entorno natural entregan vías para constituirse en seres humanos generadores de realidades, dicen los expertos.

Algunas de las más modernas escuelas finlandesas tienen paredes o, más bien, divisiones de espacio hechas de vidrio, transparentes. ¿Por qué? Hace varios años que Finlandia es ejemplo en temas educacionales. ¿Cómo trabajan en este país? En primer lugar, los niños comienzan la escolaridad a los siete años, tienen pocas tareas, jornadas escolares más cortas y vacaciones más largas. Otra de sus claves es la permanente innovación. Hace un par de años, todos sus centros de enseñanza adoptaron el phenomenon learning , método mediante el cual las materias tradicionales se reemplazan por proyectos temáticos y los alumnos, de alguna manera, se apropian del proceso de aprendizaje.

También se han sumado a la era digital y los estudiantes ya no dependen de las tradicionales salas de clases, trabajan en espacios abiertos y con flexibilidad, es ahí donde aparecen aquellas paredes de cristal, también los salones multifuncionales sin pupitres, sí con sofás y pufs. En el fondo, lo que se pretende es que los profesores y los estudiantes elijan el espacio para llevar a cabo un trabajo o un proyecto, teniendo presente en todo momento que cada escolar tiene diferentes formas de aprender. Parte de lo mismo es desarrollar nuevos ambientes de aprendizaje, capaces de inspirar y no limitarse a la escuela; usar, por ejemplo, museos, plazas, empresas y, por supuesto, la naturaleza.

En tiempo de escuela y de vacaciones, los lugares naturales resultan fundamentales para aprender. Según comenta el profesor de Lenguaje y Licenciado en Letras de la Universidad Católica de Chile, y Magíster en Educación de la Universidad Nacional Andrés Bello, Rodrigo Hidalgo, explorar el entorno es una actividad que nos conecta con habilidades que hemos ido perdiendo a causa del estilo de vida que hoy llevamos en nuestra sociedad: “La capacidad de agudizar los sentidos para escuchar, oler y sentir no solo nos permite hacer que nuestro cerebro trabaje de manera distinta, sino que nos ayuda a redescubrir lugares, paisajes, sensaciones y a personas que, de otra manera, serían imposibles de ser apreciadas. Desde mi punto de vista, los seres humanos somos más auténticos en la naturaleza donde las capas de las personalidades que construimos en sociedad van cayendo por la inutilidad que estas tienen frente a la grandeza de lo natural. Cualquier actividad al aire libre es adecuada. La elección de la misma dependerá de la situación de cada persona y, por sobre todo, de su gusto personal. La clave es que sea entretenida, que se disfrute con ella”.

Otro punto que enfatiza el educador es que, cada vez que salimos a la naturaleza, junto con el evidente beneficio físico, debemos procurar que el cerebro se haga consciente de los diferentes estímulos a los que se ve sometido.

Una de las fuerzas del aprendizaje por descubrimiento radica en ese contacto directo con el entorno. Así lo explican desde Fundación Caserta, institución sin fines de lucro que propone una educación integral con programas centrados en una visión de desarrollo humano y dominios corporal, emocional, cognitivo y espiritual. Agregan que, a través de la experiencia que otorgan el movimiento y el equilibrio, se favorecen conexiones internas muy beneficiosas para la óptima maduración biológica. También se despiertan las ganas de aprender y de explorar, entonces, se promueve el desarrollo motriz y del juego, la imaginación.

Todo comienza en la primera infancia, con el movimiento corporal coordinado y las emociones que surgen al ‘descubrir’ el mundo con ayuda de los sentidos. Si la experiencia se da en relación con otros, explican en Caserta, aparecen nuevas posibilidades de aprendizaje, por ejemplo, convivir, arriesgarse y cuidarse mutuamente. Ocurre que –tal como argumentan los especialistas de esta institución– relacionarse con un árbol, los animales, un cerro, todo eso y más, corresponden a aspectos connaturales al ser humano. Cuando en la infancia se facilitan y amplían aquellos vínculos, habrá más posibilidad de que sus beneficios se extiendan a lo largo de la vida.

Otro importante concepto que se destaca es que la vida activa, principalmente en contextos naturales, baja el posible desinterés en lo relacionado con el aprendizaje de contenidos pedagógicos, porque permite sentirse parte de un mundo formado desde la vivencia directa. Mientras más sedentario se permanece, sin exposición a nuevas contingencias o despliegues de la personalidad, más desinterés y acumulación de energías, poco aprendizaje y habilidades para generar autonomía.

Algunos consejos puntuales son:

- La experiencia al aire libre debe ser intensiva más que extensa.

- En lugar de actividades aeróbicas que agotan, mejor interactuar con el entorno.

- No es necesario ir lejos, los niños se sorprenden con todo, en un pequeño espacio aprenden mucho.

- Mejor no dirigir ni planificar tanto una salida ni plantear objetivos muy concretos como: hoy llegaremos a la cima de ese cerro.

- No olvidar que una experiencia con la naturaleza se trata, sobre todo, de brindar la posibilidad encuentro a través de los sentidos, el equilibrio, el movimiento y la experiencia vital.

Si el problema es no poder alejar a los niños de dispositivos electrónicos o no encontrar su punto de motivación, el profesor Rodrigo Hidalgo aconseja recordar lo importante que son los adultos como modelo y, en esa línea, invitar a pasar tiempo juntos, a conversar en la naturaleza, a mostrar que en esos espacios se puede llegar a tener una complicidad y confianza. Idealmente, comenta el educador, que sea una opción no impuesta en la que se pueda comenzar disfrutando de algún espacio por un par de horas: “Rápidamente, se opta por pasar más tiempo al aire libre y por probar nuevas y diversas actividades. Por ejemplo, si se parte con un trekking por el día, se puede pasar a acampar por el fin de semana o a subir un cerro”.

Hidalgo agrega: “Desde mi perspectiva, más que los colegios o los padres, es la sociedad entera, nuestro Chile, el que debe tomar conciencia de que gran parte de nuestro bienestar está ligado a un estilo de vida sana que implique comer saludable y sumar horas de convivencia humana y ejercicio”.

¿Por qué hacer deporte?

Así como resulta importante el contacto con la naturaleza, cada vez es más respetado y valorado el tiempo dedicado a la actividad física. Lo es porque vivimos demasiado apresurados y el ejercicio ayuda a descansar de las exigencias laborales y académicas. Así lo cree el profesor de Educación Física y entrenador de handball de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Francisco Valdebenito. Estimular el deporte y las actividades de exploración del entorno es saludable, agrega el profesor Valdebenito, para combatir el sedentarismo, pero también para fortalecer el desarrollo de un cerebro sano. Crear espacios de esparcimiento es útil, incluso y específicamente, para combatir enfermedades como el estrés. Por supuesto, también lo es para la generación de hábitos de vida sana y la entrega valórica y preocupación para crear vínculos entre pares.

Recalcando los beneficios para la salud, el ejercicio es uno de los métodos preventivos más eficientes contra el síndrome metabólico, que comprende factores de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares: obesidad, diabetes de tipo II e hipertensión, entre otros. De acuerdo con un estudio realizado por un grupo de especialistas del Centro de Salud y Rendimiento de la Universidad de Guelph, Canadá, se estima que las características del síndrome metabólico afectan a entre el 3% y 14% de los jóvenes a nivel global.

Vale la pena considerar que el cerebro se ve especialmente favorecido con el deporte, sobre todo hablando de los niños: la actividad física mejora las funciones cognitivas, hecho comprobado gracias a la Resonancia Nuclear Magnética (RNM). Estudios con esta tecnología han demostrado cómo el ejercicio puede moldear el funcionamiento cerebral general; un ejemplo concreto es que aumenta la sustancia gris de la corteza motora en escolares con déficit atencional e hiperactividad.

Dar lugar al ejercicio para el desarrollo cognitivo es de especial relevancia durante los primeros años de vida, cuando se producen grandes cambios en la estructura cerebral, tal como revela un estudio de la Asociación Americana de Pediatría publicado en la revista Pediatrics y donde investigadores de la Universidad de Illinois analizaron, durante un año, a 220 escolares (entre siete y nueve años) a través de un programa de ejercicios realizados después de clases. Los niños fueron sometidos a pruebas que midieron su función cerebral, específicamente en el control ejecutivo, y la conclusión fue que un estilo de vida activo durante la infancia puede proteger la salud del cerebro a lo largo de toda la vida.

¿Qué acciones se sugieren? Más que mencionar algunas puntuales, Francisco Valdebenito aconseja pasar por la mayor cantidad de actividades que enriquezcan el desarrollo motriz, siempre haciéndolo de manera lúdica, es decir, a través de juegos y deportes preestablecidos: “Se aconsejan para tener y obtener mayor cantidad de estímulos y así poder elegir entre las diferentes disciplinas deportivas o, simplemente, mantener un hábito de vida sana”.

Idealmente, estas acciones siempre deben contemplar un aprendizaje muy lúdico, pues la idea es que exista un acercamiento sano hacia el deporte. Asimismo, las actividades deberían escogerse dependiendo del gusto y habilidades de cada niño o joven.

Es cierto que, muchas veces, se torna complejo estimular a los niños para dejar aparatos tecnológicos y destinar tiempo a estas actividades. Entonces, resulta fundamental el trabajo conjunto de profesores y padres, de la familia y entorno en general. “Deben partir incentivando y motivando a sus niños a volver a sorprenderse con las cosas simples y dedicándole más tiempo de ocio a sus hijos”, precisa Francisco Valdebenito.

Así se evita el sedentarismo

Desde el punto de vista de la salud, tanto en tiempo de colegio como en vacaciones, el deporte se considera fundamental para evitar el sobrepeso. En la etapa preescolar, la actividad física es muy alta, pero en la fase escolar los niños se vuelven más sedentarios y es necesario generar una rutina.

Según la OMS, para niños y jóvenes, la actividad física consiste en juegos, deportes, desplazamientos, actividades recreativas, educación física o ejercicios programados, ya sea que se desarrollen en el contexto de la familia, la comunidad o el jardín o colegio.

El organismo afirma también:

- Niños y jóvenes de entre 5 y 17 años deben invertir, como mínimo, una hora diaria en actividades físicas de intensidad moderada a vigorosa, eso, siempre que no presenten dolencias con indicaciones médicas especiales.

- La actividad física diaria debería ser aeróbica en su mayoría, pero no ejercicios agotadores.

- Tres veces por semana se deben sumar actividades vigorosas que refuercen, en particular, los músculos y huesos.

- Para el caso de los niños y jóvenes inactivos, se recomienda el aumento progresivo de la actividad, siendo conveniente empezar con una actividad ligera para ir aumentando gradualmente duración, frecuencia e intensidad.

- Siempre que sea posible, niños y jóvenes con discapacidad tienen que seguir también estas recomendaciones, previa consulta médica. En el caso de los niños y jóvenes inactivos, se recomienda el aumento progresivo de la actividad, siendo conveniente empezar con una actividad ligera para ir aumentando gradualmente duración, frecuencia e intensidad.

Paula Reyes Naranjo Periodista