¿Cómo incentivar la creatividad en los niños?

Publicado el 10 de abril de 2018

Usualmente se relaciona la creatividad con las artes. Son los artistas, y también los profesionales de áreas como la publicidad, quienes hablan del proceso creativo. No obstante, nos referimos a una habilidad presente en todas las personas y fundamental en cada uno de los ámbitos de la vida. Permite, por ejemplo, crear soluciones frente a un problema. Y eso es solo uno de los aspectos a tomar en cuenta cuando se trata de fomentarla en la sala de clases.

Todos la tenemos, es una habilidad en potencia en cada ser humano y no una característica de algunas personas. En el mundo que nos rige hoy, y en el que nos espera en el futuro, la creatividad es y será fundamental para alcanzar la realización personal de cada individuo. Así lo explica la representante de Caligrafix, Claudia Ortiz, licenciada en Educación de las Artes Plásticas y profesora de Artes Plásticas de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, cuya experiencia en aula ya suma siete años, incluyendo participación en comunidades educativas de excelencia, establecimientos con PIE y con estudiantes vulnerables socialmente.

A modo de definición, la educadora dice que la creatividad es la habilidad de crear, desarrollar y poner en práctica una idea o proyecto nuevo, a partir de lo que se tiene hoy y que al funcionar permite solucionar un problema dado. Rodrigo Hernández, profesor de Educación Musical de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, especializado en Musicoterapia, en la Universidad de Chile y con diez años de experiencia en aulas de educación parvularia y enseñanza básica y media, añade que la creatividad es un acto de acción permanente, de invención con los elementos cotidianos, con lo que nos entrega el entorno a diario: “En el contexto escolar, debemos entenderla como una práctica diaria, interdisciplinaria, pero es importante saber hacia dónde orientarla. ¿Hacia el desarrollo intelectual del ser humano? ¿Hacia la ecología? ¿Hacia dónde? Creo que debe poseer un espíritu o sentido”.

En la sala de clases

Todos los días, niños y jóvenes son enfrentados a problemas que requieren soluciones eficientes. El aula, entonces –dice Claudia Ortiz– debe tener el clima adecuado para permitir el proceso creativo de los estudiantes, es decir, necesita crear una dinámica que permita que cada alumno pueda llegar a sus propias conclusiones sin temor a equivocarse, ya que lo que creemos un error puede ser parte del proceso para llegar a la o las soluciones finales.

Para Rodrigo Hernández, la importancia del trabajo creativo en la sala de clases radica, básicamente, en la posibilidad de favorecer a los sujetos de una sociedad, desarrollar y promover confianza en sí mismos, respeto propio y por los demás, o habilidades blandas en pro de la comunicación, entre otros. Es vital, sobre todo, en un medio que no favorece la creatividad, añade el educador, y se refiere al hecho de que hoy parece que viene todo resuelto: “Pienso en el concepto acuñado por Humberto Maturana, llamado autopoiesis (autopoyesis), como la capacidad de crearse y producirse a sí mismo, resolver las necesidades, crear los propios juguetes… ¿Y cómo hacerlo en un medio que no lo favorece? Si el sistema nos dice a cada momento que seamos iguales, que nos vistamos parecido y que todos usemos lo mismo. Debiésemos permitirnos, como sociedad, partir por un replanteamiento del sistema, qué es lo que realmente deseamos construir. Si el aula fuese un punto de partida para la creatividad, primero, deberíamos considerar varios aspectos, a los actores: profesores, padres, estudiantes, instituciones, lineamientos del Mineduc, etc.”.

Creatividad, aprendizaje y rendimiento académico

Como se dijo, la creatividad debería ser un eje transversal a desarrollar diariamente en las aulas, ya que es la mecha que enciende la motivación por aprender. Claudia Ortiz comenta el contenido del libro “Educación Artística y Desarrollo Humano”, donde Howard Gardner afirma: “En el trabajo llevado a cabo con mis colegas durante los últimos años (...) se encuentran pruebas convincentes de que los estudiantes aprenden de manera eficaz (…) cuando su aprendizaje artístico está anclado en la producción artística; cuando hay un intercambio fácil entre las diversas formas de conocimiento, incluyendo las formas intuitivas, artesanales, simbólicas y notacionales; y cuando los estudiantes gozan de una holgada oportunidad para reflexionar sobre su progreso”. (Gardner, Howard. Educación Artística y desarrollo humano. Ediciones Paidos. Traducción de Ferran Meler-Orti, Primera edición 1.994 p.88)

Todos los niños traen la necesidad de expresar sus ideas, pero el ‘mundo adulto’ parece pautear los tiempos y los itinerarios ahogando, muchas veces, esas voces que piden descubrir el mundo por sí mismos y a un ritmo propio. “Probablemente, un niño creativo en un establecimiento educacional donde se potencie el arte tenga mayores posibilidades de tener un alto rendimiento académico. Desde mi experiencia, en colegios particulares subvencionados de clase media a media baja, los estudiantes con mayor creatividad, no necesariamente eran los de mejor rendimiento. Generalmente, quienes respondían a mejores resultados académicos eran aquellos más estructurados, de trabajos sistemáticos, de familias de mucha norma, entre otros factores”, dice Rodrigo Hernández.

Autoestima y la sociabilización

Son dos conceptos íntimamente ligados. “La creatividad, como cualquier otra habilidad, fomenta la autoestima de los estudiantes, les permite reconocerse como un individuo útil y eficaz ante sí y el entorno. El reconocimiento propio de un trabajo bien logrado con una solución que a todos sirve produce una satisfacción, muchas veces, mayor a la que logran a través de las evaluaciones sumativas. Eso solo a nivel individual. A nivel grupal, la validación entre pares facilita la sociabilización del niño/joven que muestra su expertise , acepta también las soluciones que otros le dan en otros problemas y la dinámica grupal se convierte en un trabajo colaborativo, evitando la competencia y logrando, entre todos, mejorar el entorno en el que conviven. Es un ‘win to win’ o “ganar-ganar”, donde todas las partes salen beneficiadas”, dice la profesora Claudia Ortiz.

Un niño creativo o una niña creativa, generalmente, puede desarrollar otras habilidades, incluyendo las blandas: “Es altamente capaz de reinventar, reinventarse frente a diversos problemas y descubrir posibles salidas. Por otro lado, la autoestima posee varias aristas. En definitiva, un niño creativo, no necesariamente podría tener una buena autoestima en lo académico, si el colegio sigue una línea conductista que no favorezca un pensamiento reflexivo, pero este niño creativo puede que haya desarrollado otras habilidades a nivel de comunicación y expresión. Puede que este niño creativo, que sobreviva en estos sistemas, tenga mejor tolerancia a la frustración y posea una actitud más positiva frente a los desafíos y, por ende, mejor estima propia. Si este niño creativo posee dichas habilidades, puede empatizar más, ser más asertivo y, en un sentido afectivo, tener una buena autoestima, y con ello sociabilizar perfectamente con el medio”, dice Rodrigo Hernández.

Caminos que fomentan la creatividad

Trabajar por proyectos es una excelente iniciativa. “Mi experiencia haciendo clases de educación tecnológica me ha ayudado a comprobar el efecto que tiene en los estudiantes: se comprometen con sus ideas, se sienten partícipes del grupo de trabajo y usan su tiempo (incluso fuera de clases) para idear, investigar, proponer, ensayar y probar materiales y herramientas”, dice la profesora de Artes Plásticas. Ocurre que se apoderan de su propio proceso de aprendizaje, adquieren autonomía y trabajan mucho mejor, incluyendo aspectos disciplinarios de la convivencia escolar como orden, limpieza de su zona de trabajo, cumplimiento en los plazos de entrega, exposición de la idea, etc. El aula se llena de alegría y motivación por aprender.

La posibilidad de adentrarse espontáneamente en la exploración es otro factor para estimular el proceso creativo, según los expertos. “Las técnicas, a mi parecer, tienen estrecha relación con capacidad de crear a partir de referentes dados”, dice Rodrigo Hernández. En el caso de las artes musicales, como es su especialidad, destaca construir texturas sonoras a partir de consignas, como por ejemplo, ‘tocar la lluvia’, que el niño busque qué objetos cotidianos le servirían para representar esta caída del agua. También con el uso de instrumentos musicales, cómo recrearía la calma, afinando con su profesor o profesora qué elementos cree que debiese tener esa creación: sonidos largos, sonidos rápidos, agudos, graves. “Lo importante es que el niño use y tenga como punto de partida lo conocido, lo que ya trae consigo aprendido. Si no, se podría bloquear ante la nueva experiencia”, advierte el profesor de música.

En conjugación con lo anterior, el educador sugiere que la invitación a las experiencias creativas sean conectadas desde la palabra y un sentir amoroso por parte del docente, porque es desde lo afectivo que se logra vincular con la creatividad: “En lo afectivo radica el juego, como un camino en donde se integren estos saberes de cada niño, estas validaciones entre pares y este respeto que otorga confianza, para que pierda el miedo a equivocarse, si es que está marcado por eso”.

Como especialista en la asignatura de música y como musicoterapeuta en práctica, afirma que lo ideal es brindar espacio de expresión, por medio de técnicas como la improvisación referencial, con uso de instrumentos, de la voz, del cuerpo y de objetos cotidianos, que sean sonoros para hacer música o recreación de atmósferas sonoras. Es importante, que al ser improvisaciones, estas sean referenciales y el docente dé temas, por ejemplo, eventos de la naturaleza, sonidos de la calle, del colegio, etc. También invita a permitirle al niño componer obras en base al lenguaje musical que trae integrado. Por ejemplo, si sabe usar cinco notas musicales, que componga con esas cinco notas, utilizando el sistema de escritura que haya aprendido, que lo presente en un papelógrafo ante el curso y luego que lo toque en grupo, que le ponga un nombre y narre cómo fue el proceso, por qué le dio ese nombre.

Otros ejercicios relacionados con la música son solicitar al alumno que cambie la letra de una canción conocida, pero que esta tenga ciertos parámetros (en contenido lírico, en aspectos musicales, etc.) y usar un ritmo conocido para todo un grupo, que este sirva como una base rítmica, y sobre eso crear cantos, producir textos con versos que puedan rimar al cantar.

“En definitiva, la ejecución musical, la improvisación vocal o instrumental, la creación de ambientes sonoros descriptivos, los juegos vocálicos, la confección de instrumentos, el uso de esa música llevada a otros lugares, pueden servir porque el niño, en la medida que descubre, conoce. Y cuando conoce, se re-conoce, se ve a sí mismo y amplía sus horizontes”, dice el educador.

Todos los alumnos pueden

Solo necesitamos darles el espacio y el clima motivador para descubrir por sus propios medios las soluciones. El papel guía solo viene a acompañar el proceso cuando este se disperse mucho de la idea central, pero el resto debería quedar en manos de los estudiantes mediante actividades como:

- Buscar relacionar contenidos con su cotidiano vivir y permitirles buscar sus propias soluciones.

- No descartar las soluciones no tan eficientes. Primero, probarlas entre todos.

- Recibir evaluaciones y comentarios positivos de pares buscando, entre todos, mejorar la idea.

Lo anterior también corresponde a fórmulas para motivar y seguir adelante, no quedarse con el agrio sabor de un fracaso, que es parte del proceso de aprendizaje. “Debemos fomentar en sus mentes pensamiento positivo, creativo y emprendedor: estoy aprendiendo y es normal que esta vez no haya resultado, la próxima vez será mejor”, ejemplifica Claudia Ortiz.

Cabe destacar –a juicio de Hernández– que, en cada sistema familiar hay modelos y estructuras que determinan personas y ‘caracteres familiares’ transferidos a este niño. “La creatividad, generalmente, guarda estrecha relación con las características del núcleo familiar, las condiciones del medio, sumado a las características propias del niño, que no son determinadas por el medio, sino que corresponden a su propia forma de ver y entender el mundo, construidas a partir de una identidad gestáltica, incluso previa al nacer. En definitiva, creo que dependerá de la realidad que le brinden los guías primarios (padres) y los guías secundarios (profesores, educadores) y sus propias formas de articularse, en relación con el medio".

Nada de esquemas

Así como es importante saber qué fomenta la creatividad, es necesario conocer los factores que pueden ir en contra de esa labor. Se trata, principalmente, de las actividades reiteradas, los planteamientos y trabajos que propician una conducta esperada a reproducir –que, por ende, puede impulsar falta de confianza–, modelos conductistas, el que se privilegie el trabajo de las habilidades duras, mecanicistas y técnicas. Así lo explica Rodrigo Hernández.

En opinión de Ortiz, un factor importante que disminuye el proceso creativo es la forma de evaluar cuantitativamente. “Y en segundo lugar –según mi parecer–, está el tiempo destinado a la entrega de contenidos. En un mundo donde estos se actualizan constantemente y están al alcance de un clic, no deberían ser los que ocupen más tiempo de nuestro día. Es el desarrollo de las habilidades blandas lo que les permitirá desenvolverse mejor en la vida y salir de cualquier situación riesgosa. En eso debemos poner el foco como sociedad. El formato esquemático y sistematizado de entrega de contenidos y el hecho de evaluar su memorización, solo conllevan al tedio –no solo en niños y jóvenes– y a la repetición constante de lo que ya existe. Necesitamos concentrar la actividad escolar en situaciones de aprendizaje significativo no forzado, es decir, sin pautas estrictas como, por ejemplo, decir ‘ahora veremos matemáticas’, cuando algunos chicos quieren salir al patio a observar el clima y cómo cambiaron las plantas, u otros se sienten inspirados para escribir un poema o una historia. En esto, María Montessori supo dar los espacios de aprendizaje sin que el aula se convierta en un desorden absoluto”.

La forma de evaluar también debería cambiar, dice la educadora, comprendiendo que somos seres humanos, no números. La evaluación cualitativa restringe una observación formativa a un número en el ‘ranking’. Observaciones cualitativas sobre el desempeño y formas de mejorar, deberían ser la pauta. Que el estudiante sienta que su trabajo sirvió para aprender y continuar, que nada es definitivo en su proceso.

Por último, es importante tener en cuenta tres bloqueos de la creatividad, condiciones generadas en tres ámbitos:

bloqueo perceptivo: cómo vemos el mundo. Por ello es importante que la escuela sea un lugar con amplitud, ‘una ventana’.

bloqueo emocional: la poca confianza para hacer algo nuevo, el temerle al ridículo.

bloqueo cultural: en la medida que el mundo (la escuela, la casa, la calle, etc.) posee mucha norma social.

Nunca es tarde para comenzar a trabajar en el desarrollo de la creatividad y en la eliminación de bloqueos, solo se requiere de motivación y no desistir si las primeras ideas no funcionan como esperábamos. Volver a intentar hasta obtener una solución eficiente. Si necesitamos explorar más áreas o conocer nuevos materiales y herramientas, hay que hacerlo, dicen los profesores. Siempre mantener la motivación con comentarios positivos y alentadores. Se necesita de comunidades educativas que permitan los espacios de ensayo y error.

Paula Reyes Naranjo Periodista